domingo, 23 de marzo de 2014

El primer vuelo

Todavía su cuerpo palpitaba. Había sido su primer vuelo. Pensaba que para poder vibrar y sentir el viento, la velocidad y todas esas cosas que escuchaba contar en su pequeña charca, tenía que volar sobre un águila al menos. Su vuelo encima del búho consiguió todas esas emociones. Fascinante, esa era la palabra. La armonía de movimientos. Unas veces rozando casi el suelo, otras, sobrepasando con creces las hojas más altas de los arboles. Había sido un fascinante vuelo.

- Gracias amigo - dijo el sapo - No imaginé nunca que algo tan lento fuese tan gratificante.

- Pensamos muchas veces que sólo aquello que es espectacular y que llama la atención a mucha gente es lo mejor - dijo tranquilamente el búho - y no pensamos que no es cuestión de cantidad, sino de calidad.

Los dos se quedaron mirando la luna en silencio. Estaba amaneciendo y apenas si ya se distinguían las estrellas en el cielo.

- ¿Sabes una cosa? Durante años algunos se acercaron a esta charca, otros sapos, libélulas, grillos, hormigas, abejas....todos contaban una historia, pero nunca ninguno me llevo a volar.- dijo lentamente el sapo - Una vez vino un sapo decían que era un gran sabio. Me habló de sus viajes, de la gente que había conocido. Estuvo algún tiempo viviendo con los humanos. Pero un día, al pedirle que me llevase con él, que yo también quería conocer a los humanos, desapareció...

El búho guardo silencio. Sabía que el sapo necesitaba contar la historia sin interrupciones.

-Me costó hacerme a la idea de que se había ido. Me gustaban mucho sus historias. Me sentí culpable. Pensaba que yo había dicho o hecho algo que lo había molestado.

El sapo respiró profundamente.

- Después llegó un saltamontes. Era tan elegante...que muchos lo trataban de presumido en exceso. También le pedí que me llevase a conocer lo que había fuera de esta charca y desapareció.
Así fueron pasando muchos, tú has sido el primero que me has llevado a volar.

- Bueno, no creo que seas culpable de querer aprender. No todos están preparados para enseñar. Es difícil, pero no imposible, reunir un buen alumno y un buen maestro.

- Pero yo quiero aprender para ser importante. Si sé cómo, cuando y porqué pasan las cosas, tendré 
poder sobre todos, seré importante y todos me respetarán.

- Eso mi querido amigo no es respeto, es miedo. - contestó secamente el búho.

- ¡La información es poder! ¿Acaso la magia no es ese poder? 

- No. Te lo repito mi querido amigo sapo : Es miedo. Cuando alguien sabe mucho, debe cuidar aún más sus palabras. Porque es una responsabilidad dar consejos. Lo que tú digas, si es tomado en cuenta por otros, puede ser peligroso. 

Otro largo silencio.

- Te pondré un ejemplo. Imagina que encuentras a alguien que lo sabe todo, lo adivina todo. Antes de hacer nada, consultas con él, todo lo haces como te lo dice él. Pasado un tiempo, tú ya no eres el que está viviendo y decidiendo. Ya no caminas solo ni aprendes a hacerlo, porque tu mano y tus acciones siempre son llevadas por alguien. Te vuelves dependiente de esos consejos. Eso no es bueno. Vives con miedo. Miedo a tomar tus propias decisiones. Miedo a ser responsable de si te equivocas o aciertas.

Luego está la otra parte. A veces quién da los consejos, también se vuelve dependiente. Necesita que lo admiren, que le pidan consejo. Necesita sentirse importante. Entonces el ego se hace dueño de su alma. Aunque continúe teniendo sabiduría y poder para ver las cosas, sus palabras no brotan del amor, sino del ego. Pasado un tiempo, si alguien con un poder similar se le acercase y te garantizo que esto sucederá, será criticado, intentará mentirle y desacreditarlo. Será el miedo a perder adeptos lo que haga que se comporte así. 

También hay otro grupo. se les conoce cómo "los absurdos" por lo disparatado de sus hechos, pensamientos y acciones.  Son aquellos que cambian continuamente de consejero. Se dejan guiar por el que más les endulza los oídos. Y critican al anterior... uno detrás de otro. En realidad no se dan cuenta de que el problema está en ellos... Es el miedo a ellos mismos lo que hace que siempre estén buscando nuevos consejos.

La magia, la verdadera magia es aquella que multiplica los dones que todos tenemos dentro. No es afán por dominar a unos u otros. Tampoco es ninguno de los miedos que te he enumerado anteriormente.

  El búho agitó sus alas.

- ¿Tú también me abandonas? -dijo el sapo mirando con ojos tristes al búho.

- Si. He de comer, descansar y ver a mis amigos. Descansa tú también amigo. Quedan muchas cosas que hablar, que sentir, que vivir, pero eso será mañana..   





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